dilluns, 4 d’octubre del 2010

Las tribulaciones de Virginia es un espectáculo de los hermanos Oligor. Un espectáculo creado en el sótano de una casa. Afortunadamente, alguien les dio el sabio consejo de que lo sacaran de ahí y lo compartieran con el mundo.

Hace un par de años vi el documental Hermanos Oligor, en el que se explica el proceso de creación, y se me despertaron unas ganas locas de poder ser una de aquellas cincuenta personas con suerte que entran en un espacio mágico, entre circo, cabaret, íntimo teatro de títeres y autómatas, creado con todo tipo de objetos (clicks de Playmobil incluidos), para disfrutar de una historia de amor y desamor. Una historia tan sencilla como real, pero explicada con pompas de jabón.

El sábado pude por fin vivir aquella historia. Fue algo precioso de verdad, en todas las acepciones de la palabra en las que puedo pensar. En estos días extraños y tristes, fue increíble volver a ilusionarme como cuando era una niña, tener una sonrisa colgada en la cara durante noventa minutos cortísimos.

1 comentari:

Erica ha dit...

i que la màgia sempre estigui en les nostres vides.