dijous, 19 de març del 2009

Este año tenía más ganas que otros de darle la bienvenida. Siempre tenía ganas de verla, de sentirla, de oírla, porque siempre era un placer compartir con ella los días que se alargan casi imperceptiblemente, al calor del un sol tenue que promete ir ganando intensidad.

Este año la echaba mucho de menos. Le faltó al iniciar nuevos proyectos, nuevas relaciones, nuevas realidades y sueños. Pero su recuerdo siempre le daba ánimos. La perspectiva de volver a encontrarse con ella en unos meses le alegraba la vida. Y cuando la veía, eterna, suspendida en las fotos que adornaban su casa, se hacía más intensa la necesidad de volver a sentirla sobre su piel.

Y es que aquel año, el verano había dejado paso directamente al invierno. El otoño se esfumó. No hubo hojas muertas durante semanas en el paseo, las temperaturas bajaron sin previo aviso. La gente huyó de la playa abandonando allí sus toallas, escapando del frío. Y al llegar a casa rescató la ropa de abrigo del fondo de los armarios, altillos y baúles.

Dada esta extraña circunstancia, llegó a pensar que ella no vendría. Ella es así, voluble, inestable, y cualquier cosa podía hacerla cambiar de opinión. Pero ella ha venido. Está en la puerta, esperando que la reciban. No puede entrar hasta que no sea el momento, pero ya está lista, impaciente como siempre. Ojalá que nada ni nadie nos prive jamás de la primavera.

dimecres, 11 de març del 2009

divendres, 6 de març del 2009

Ahir em van fer un regal. Un regal en forma de pel·lícula. No conec les persones que me’l van fer, el regal. No sé res de les seves vides, d’algunes no sé ni el nom. Però els hi vull agrair el que van fer per mi ahir.

Perquè feia temps que no sentia al cine. I dic sentir en el seu sentit més ampli. Aquella gent eren part de la meva vida, aquelles persones fictícies de la pantalla eren jo mateixa, totes elles, en una comunió irreal i impossible. Jo sóc les seves contradiccions, les seves pors, la seva valentia i la seva covardia.

Revolutionary Road c’est moi.