dilluns, 6 d’agost del 2007

The Girl who Bumped (vol. 2)


Había una vez una chica que sólo hacía amigos encontrándose con ellos. Y quiero decir “encontrándose” como se encuentra una moneda por la calle, por casualidad. Nuestra chica vivía en una gran ciudad, con lo cual no tenía demasiados problemas para encontrar gente.

Encontraba gente en todas partes: parques, cines, paradas de autobús... Incluso encontraba gente esperando a que el semáforo se pusiera verde para poder cruzar la calle. Nunca habéis visto a nadie encontrarse a tanta gente, seguro. Como encontraba tantas personas, un día pensó que quizá valía la pena probar suerte con las cosas. Intentó entablar una conversación con una de las farolas que iluminaban su calle por las noches. Le parecía como si ya la conociera, porque la farola llevaba años alumbrando la entrada de su casa, pero aun así quiso preguntarle algunas cosas... Y entonces descubrió que las farolas no son tan sociables como podría parecer a simple vista, y que parecían no interesarles las historias que ella tenía para contar, y ese fue el fin de su amistad con los objetos inanimados. Tuvo un poco más de suerte con los animales, pero eso daría para otra historia, así que vamos a dejarlo por ahora.

Cuando conocía a sus amigos, nuestra chica no hacía ningún tipo de distinción. No discriminaba por edad, religión, color preferido o peinado. Así que sus amistades eran de lo más variopinto.

Tenía un amigo al que había conocido en el parque, y con el que únicamente paseaba por los parques. Era una suerte contar con este amigo, porque pasear sola por los parques estaba bien, pero cuando se sentaba en un banco y hablaba consigo misma en voz alta, todo el mundo la miraba. Y eso no era agradable. No es que le importara que la miraran, pero no era agradable. Así que su amigo de los parques era bastante útil para eso. Y para otras cosas, claro. Tenía una conversación muy interesante. Podía hablar durante horas sobre las diferentes clases de mariposas y arañas que vivían en el Parque de las Rosas. Muy instructivo. Y divertido.

Con otra amiga iba al cine. A su manera, claro. Se conocieron cuando, por equivocación, a ambas les dieron el mismo número de butaca en una sesión del jueves por la noche. Pudieron solucionarlo por varios factores que confluyeron entonces y que sobra explicar ahora, pero a partir de ese día se veían casi todos los jueves, en butacas distintas, pero juntas.

La chica que hacía amigos encontrándolos era muy feliz así. Encontrar amigos en lugar de tenerlos tenía muchas ventajas: normalmente encontrabas gente interesante, y si no era así, siempre podías dejar de encontrártela, sólo es necesario tener a mano unos cuantos trucos útiles. Además, casi nunca te encontrabas con más de dos personas a la vez, con lo cual te asegurabas poder tener una agradable conversación a pocas voces. Claro que también había inconvenientes: a veces no encontrabas a la gente donde se suponía que debían estar, o justo en el momento en que más la necesitabas. O podía ser que, de las dos personas que encontraras, una fuera el profesor de literatura inglesa del siglo XVI que conociste en la biblioteca aquel día que te perdiste, y la otra un inglés del siglo XXI seguidor incansable del Manchester United. Y entonces la conversación corría el riesgo de morirse o explotar, no había término medio.

Pero a pesar de los inconvenientes, ella seguía pensando que encontrar amistades era mejor que buscarlas o tenerlas. Y seguía encontrando gente en los bares, en los vagones del metro, bajo los árboles, en las ventanas... Sus amistades seguían apareciendo y desapareciendo de su vida sin avisar. Sin necesidad de teléfono, ni de correo, ni mensajes en los buzones... Con la alegría que siempre implica encontrarte a una amiga por sorpresa. Con la esperanza de que, si te encuentran, es porque te andaban buscando.

Pero un día a nuestra amiga la invitaron a una fiesta. Una de las chicas con las que se encontraba a menudo celebraba su decisión de incluir un gato en su vida, y decidió dar una fiesta para presentárselo a todos sus amigos. La chica que hacía amigos encontrándolos no estaba muy segura de querer ir a la fiesta, eso implicaba romper con sus principios más elementales. Pero al final, curiosa por encontrarse con el gato, decidió ir.

Lo cierto es que se sintió bastante fuera de lugar. Toda aquella gente conocía a su amiga. No se la encontraban, sino que la llamaban, le mandaban correos electrónicos y quedaban con ella en lugares y a horas concretas. Eran personas que apuntaban sus citas en agendas o en los calendarios que colgaban de las paredes de sus cocinas. A ella le gustaba apuntar otras cosas: las fases de la luna, el día que florecían los jazmines, o la hora a la que bajaba la marea.

Su amiga se acercó a ella acompañada de un hombre. Entonces sucedió algo para lo que no estaba preparada: los presentó. Y no es que su amiga o el hombre fueran descorteses o bruscos, al contrario. Ella pronunció los dos nombres a la perfección y dibujó en unas pocas frases las vidas de ambos. Él pronunció unas palabras amables y extendió su mano para estrechar la de ella. Ella también extendió su mano, y al tocarle, se quedó sin palabras. Ella, que tenía tantas historias maravillosas para contar, que siempre tenía un cuento a mano para explicar, no supo decir nada más que...

- Mejor lo dejamos para cuando nos encontremos de verdad.

3 comentaris:

Anònim ha dit...

¡Hola Glow!

Me he encontrado con tu blog aún no sé cómo (cosas de la Internet supongo); estaba "googleando" palabras relacionadas con Liverpool (tengo lazos que me unen a esa ciudad) y, pasando página tras página me encontré con tu cuento. Me ha gustado tanto que me he decidido a escribirte un comentario para felicitarte.

No suelo leer blogs; hay tántos que no sabría por dónde empezar. Además, tengo la sensación de que la mayoría son muy autocomplacientes o, simplemente, listados de las cosas que le gustan a su autor.

¿Eres escritor/a profesional?

En cualquier caso, felicidades. A ver si leo tus otros cuentos.

Rebeca X

Glow ha dit...

Hola Rebeca,

Gracias por tu comentario! Motiva mucho para seguir siendo una escritora total y absolutamente amateur!!!!

Espero que vuelvas por el blog de vez en cuando y aportes lo que quieras, siempre es agradable saber que hay alguien al otro lado del ciberespacio.

Zabioloco ha dit...

pues a mi me gustó y yo hoy te encontré....