divendres, 13 de juliol del 2012

Tiene que ganar. Está aquí para ser la campeona, la número uno, la más rápida, la más lista, la que tiene las ideas más brillantes, la que todo lo sabe… No puede perder ni un segundo, no puede dar tregua al enemigo, no es eso lo que ha aprendido. Tiene que ser más fuerte, más grande, más, más, más… Son dos, y sólo puede quedar uno. En este caso, una. Porque tiene que ser ella. No serlo sería fracasar, dar su brazo a torcer, claudicar, rendirse. Reconocer que se equivoca no es una opción, daría argumentos a su enemigo para próximas ocasiones. Tampoco puede mostrar sus debilidades, porque eso la dejaría indefensa; cuando tu enemigo conoce tus debilidades las utiliza para hundirte, para ganar la batalla. Eso es lo que ha visto siempre a su alrededor. No le cuentes a nadie tus defectos, lo que te preocupa, lo que te asusta, lo que te inquieta y te hace sentir pequeña. Si lo saben, lo usarán contra ti, para hacerte daño, para abandonarte por no cumplir sus expectativas, para marcharse a buscar personas mejores que tú. Nunca compartas tus miedos ¿en qué lugar quedas si lo haces? Cobarde, mentirosa, cabezota, débil, miedosa, celosa, minúscula, invisible…

El enemigo sólo quiere conocerla, saber qué le preocupa, qué la hace sentir pequeña. Conocer sus defectos, porque para él sus virtudes son evidentes. Aprender, abrazar, acariciar, compartir, discutir a veces, comer, beber, jugar, viajar, reír… Él también es débil y jamás usaría eso contra nadie, esto no es una guerra, pero ella aún no lo sabe.